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Capítulo 7
1 Levantándose, pues, de mañana Jerobaal, el cual Gedeón, y todo el pueblo que con él, asentaron el campamento junto a la fuente de Harod; y tenía el campamento de los madianitas al norte, al otro lado del collado de More, en el valle. 2 Y el SEÑOR dijo a Gedeón: El pueblo que está contigo es mucho para que yo dé a los madianitas en su mano; para que no se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado. 3 Haz pues ahora pregonar, que lo oiga el pueblo, diciendo: El que teme y se estremece, madrugue y vuélvase desde el monte de Galaad. Y se volvieron de los del pueblo veintidós mil; y quedaron diez mil. 4 Y el SEÑOR dijo a Gedeón: Aún mucho el pueblo; llévalos a las aguas, y allí te los probaré; y del que te dijere: Vaya éste contigo, irá contigo; mas de cualquiera que yo te dijere: Este no vaya contigo, el tal no vaya. 5 Entonces llevó el pueblo a las aguas; y el SEÑOR dijo a Gedeón: Cualquiera que lamiere las aguas con su lengua como lame el perro, aquél pondrás aparte; cualquiera que se doblare sobre sus rodillas para beber. 6 Y fue el número de los que lamieron las aguas, llegándola con la mano a la boca, trescientos varones; y todo el resto del pueblo se dobló sobre sus rodillas para beber las aguas. 7 Entonces el SEÑOR dijo a Gedeón: Con estos trescientos varones que lamieron os salvaré, y entregaré a los madianitas en tus manos; y váyase todo el pueblo cada uno a su lugar. 8 Y tomada provisión para el pueblo en sus manos, con sus trompetas, envió a todos los israelitas cada uno a su tienda, y retuvo a aquellos trescientos hombres; y tenía el campamento de Madián abajo en el valle. 9 Y aconteció que aquella noche el SEÑOR le dijo: Levántate, y desciende al campamento; porque lo he entregado en tus manos. 10 Y si tienes temor de descender, baja tú con Fura tu criado al campamento, 11 y oirás lo que hablan; y entonces tus manos se esforzarán, y descenderás al campamento. Y él descendió con Fura su criado al principio de la gente de armas que en el campamento. 12 Y Madián, y Amalec, y todos los orientales, tendidos en el valle como langostas en muchedumbre, y sus camellos eran innumerables, como la arena que a la ribera del mar en multitud. 13 Y cuando llegó Gedeón, he aquí que un hombre estaba contando a su compañero sueño, diciendo: He aquí soñé sueño: que veía un pan de cebada que rodaba hasta el campamento de Madián, y llegaba a las tiendas, y las herió que cayeron, y las trastornaba de arriba , y las tiendas cayeron. 14 Y su compañero respondió, y dijo: Esto no es otra cosa sino el cuchillo de Gedeón hijo de Joas, varón de Israel; Dios ha entregado en sus manos a los madianitas con todo el campamento. 15 Y cuando Gedeón oyó la historia del sueño y su interpretación, adoró; y vuelto al campamento de Israel, dijo: Levantaos, que el SEÑOR ha entregado el campamento de Madián en vuestras manos. 16 Y repartiendo los trescientos hombres en tres escuadrones, dio a cada uno de ellos trompetas en sus manos, y cántaros vacíos con teas ardiendo dentro de los cántaros. 17 Y les dijo: Miradme a mí, y haced como yo hiciere; he aquí que cuando yo llegare al principio del campamento, como hiciere, así haréis vosotros. 18 Yo tocaré la trompeta y todos los que conmigo; y vosotros tocaréis entonces las trompetas alrededor de todo el campamento, y diréis: ¡El SEÑOR y Gedeón! 19 Llegó pues Gedeón, y los cien varones que consigo, al principio del campamento, al principio de la vela del medio, despertando solamente los guardias; y tocaron las trompetas, y quebraron los cántaros que en sus manos. 20 Y los tres escuadrones tocaron trompetas, y quebrando los cántaros tomaron en la mano izquierda las teas, y en la derecha las trompetas con que tocaban, y dieron grita: -¡El cuchillo del SEÑOR y el de Gedeón! 21 Y se estuvieron en sus lugares en derredor del campamento; y todo el campamento fue alborotado, y huyeron gritando. 22 Mas los trescientos tocaban las trompetas; y el SEÑOR puso el cuchillo de cada uno contra su compañero en todo el campamento. Y el ejército huyó hasta Bet-sita, hacia Zerera, y hasta el término de Abel-mehola en Tabat. 23 Y juntándose los de Israel de Neftalí, y de Aser, y de todo Manasés, siguieron a los madianitas. 24 Gedeón también envió mensajeros a todo el monte de Efraín, diciendo: Descended al encuentro de los madianitas, y tomadles las aguas hasta Bet-bara y el Jordán. Y juntos todos los varones de Efraín, tomaron las aguas de Bet-bara y el Jordán. 25 Y tomaron dos príncipes de los madianitas, Oreb y Zeeb; y mataron a Oreb en la peña de Oreb, y a Zeeb lo mataron en el lagar de Zeeb; y siguieron a los madianitas, trajeron las cabezas de Oreb y de Zeeb a Gedeón al otro lado del Jordán.
Capítulo 8
1 Y los de Efraín le dijeron: ¿Qué esto que has hecho con nosotros, no llamándonos cuando ibas a la guerra contra Madián? Y le reconvinieron fuertemente. 2 A los cuales él respondió: ¿Qué he hecho ahora como vosotros? ¿No es el rebusco de Efraín mejor que la vendimia de Abiezer? 3 Dios ha entregado en vuestras manos a Oreb y a Zeeb, príncipes de Madián: ¿y qué pude hacer como vosotros? Entonces el enojo de ellos contra él se aplacó, luego que él habló esta palabra. 4 Y vino Gedeón al Jordán para pasar, él y los trescientos hombres que consigo, cansados del alcance. 5 Y dijo a los de Sucot: Yo os ruego que deis a la gente que me sigue bocados de pan; porque están cansados, yo persiga a Zeba y a Zalmuna, reyes de Madián. 6 Y los principales de Sucot respondieron: ¿Está ya la mano de Zeba y Zalmuna en tu mano, para que hayamos de dar pan a tu ejército? 7 Y Gedeón dijo: Pues cuando el SEÑOR hubiere entregado en mi mano a Zeba y a Zalmuna, yo trillaré vuestra carne con espinas y abrojos del desierto. 8 Y de allí subió a Peniel, y les habló las mismas palabras. Y los de Peniel le respondieron como habían respondido los de Sucot. 9 Y él habló también a los de Peniel, diciendo: Cuando vuelva en paz, derribaré esta torre. 10 Y Zeba y Zalmuna en Carcor, y con ellos su ejército como de quince mil , todos los que habían quedado de todo el ejército de los orientales; y los muertos ciento veinte mil hombres que sacaban espada. 11 Y subiendo Gedeón hacia los que habitaban en tiendas, a la parte oriental de Noba y de Jogbeha, hirió el campamento, porque el campamento estaba seguro. 12 Y huyendo Zeba y Zalmuna, él los siguió; y tomados los dos reyes de Madián, Zeba y Zalmuna, espantó a todo el ejército. 13 Y Gedeón hijo de Joás volvió de la batalla antes que el sol subiese; 14 y tomó un joven de los de Sucot, y preguntándole, él le dio por escrito los principales de Sucot y sus ancianos, setenta y siete varones. 15 Y entrando a los de Sucot, dijo: He aquí a Zeba y a Zalmuna, sobre los cuales me zaheristeis, diciendo: ¿Está ya la mano de Zeba y de Zalmuna en tu mano, para que demos pan a tus varones cansados? 16 Y tomó a los ancianos de la ciudad, y espinas y abrojos del desierto, y castigó con ellos a los de Sucot. 17 Asimismo derribó la torre de Peniel, y mató a los de la ciudad. 18 Luego dijo a Zeba y a Zalmuna: ¿Qué manera de hombres tenían aquellos que matasteis en Tabor? Y ellos respondieron: Como tú, tales eran aquellos ni más ni menos, que parecían hijos de rey. 19 Y él dijo: Mis hermanos , hijos de mi madre. ¡Vive el SEÑOR, que si los hubierais guardado en vida, no os mataría! 20 Y dijo a Jeter su primogénito: Levántate, y mátalos. Mas el joven no desenvainó su espada, porque tenía temor; que aun era muchacho. 21 Entonces dijeron Zeba y Zalmuna: Levántate tú, y mátanos; porque como el varón, su valentía. Y Gedeón se levantó, y mató a Zeba y a Zalmuna; y tomó las planchas que sus camellos traían al cuello. 22 Y los israelitas dijeron a Gedeón: Sé nuestro señor, tú, y tu hijo, y tu nieto; pues que nos has librado de mano de Madián. 23 Mas Gedeón respondió: No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará; el SEÑOR será vuestro Señor. 24 Y les dijo Gedeón: Deseo haceros una petición, que cada uno me dé los zarcillos de su despojo. (Porque traían zarcillos de oro, que eran ismaelitas.) 25 Y ellos respondieron: De buena gana los daremos. Y tendiendo una ropa de vestir, echó allí cada uno los zarcillos de su despojo. 26 Y fue el peso de los zarcillos de oro que él pidió, mil setecientos de oro; sin las planchas, y joyeles, y vestidos de púrpura, que traían los reyes de Madián, y sin los collares que traían sus camellos al cuello. 27 Y Gedeón hizo de ellos un efod, el cual hizo guardar en su ciudad de Ofra; y todo Israel fornicó tras de ese efod en aquel lugar; y fue por tropiezo a Gedeón y a su casa. 28 Así fue quebrantado Madián delante de los hijos de Israel, y nunca más levantaron su cabeza. Y reposó la tierra cuarenta años en los días de Gedeón. 29 Y Jerobaal hijo de Joás , y habitó en su casa. 30 Y tuvo Gedeón setenta hijos que salieron de su muslo, porque tuvo muchas mujeres. 31 Y su concubina que en Siquem, también le dio a luz un hijo; y le puso por nombre Abimelec. 32 Y murió Gedeón hijo de Joás en buena vejez, y fue sepultado en el sepulcro de su padre Joás, en Ofra de los abiezeritas. 33 Y aconteció que cuando murió Gedeón, los hijos de Israel tornaron, y fornicaron en pos de los baales, y se pusieron por dios a Baal-berit. 34 Y no se acordaron los hijos de Israel del SEÑOR su Dios, que los había librado de todos sus enemigos alrededor; 35 ni hicieron misericordia con la casa de Jerobaal Gedeón, conforme a todo el bien que él había hecho a Israel.
Capítulo 9
1 Y se fue Abimelec hijo de Jerobaal a Siquem, a los hermanos de su madre, y habló con ellos, y con toda la familia de la casa del padre de su madre, diciendo: 2 Yo os ruego que habléis a oídos de todos los señores de Siquem: ¿Qué tenéis por mejor, que os señoreen setenta hombres, todos los hijos de Jerobaal; o que os señoree un varón? Acordaos que yo soy hueso vuestro, y carne vuestra. 3 Y hablaron por él los hermanos de su madre a oídos de todos los señores de Siquem todas estas palabras; y el corazón de ellos se inclinó en favor de Abimelec, porque decían: Nuestro hermano es. 4 Y le dieron setenta de plata del templo de Baal-berit, con los cuales Abimelec alquiló varones vacíos y vagabundos, que le siguieron. 5 Y viniendo a la casa de su padre en Ofra, mató a sus hermanos los hijos de Jerobaal, setenta varones, sobre una piedra; mas quedó Jotam, el más pequeño hijo de Jerobaal, que se escondió. 6 Y reunidos todos los señores de Siquem con toda la casa de Milo ( ), fueron y eligieron a Abimelec por rey, cerca de la llanura del pilar que en Siquem. 7 Cuando se lo dijeron a Jotam, fue y se puso en la cumbre del monte de Gerizim, y alzando su voz clamó, y les dijo: Oídme, varones de Siquem; que Dios os oiga. 8 Fueron los árboles a elegir rey sobre sí, y dijeron al olivo: Reina sobre nosotros. 9 Mas el olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite, con el que por mi causa Dios y los hombres son honrados, por ir a ser grande sobre los árboles? 10 Y dijeron los árboles a la higuera: Anda tú, reina sobre nosotros. 11 Y respondió la higuera: ¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, por ir a ser grande sobre los árboles? 12 Dijeron luego los árboles a la vid: Pues ven tú, reina sobre nosotros. 13 Y la vid les respondió: ¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, por ir a ser grande sobre los árboles? 14 Dijeron entonces todos los árboles al escaramujo: Anda tú, reina sobre nosotros. 15 Y el escaramujo respondió a los árboles: Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, y aseguraos debajo de mi sombra; y si no, fuego salga del escaramujo que devore los cedros del Líbano. 16 Ahora pues, si con verdad y con integridad habéis procedido en hacer rey a Abimelec, y si lo habéis hecho bien con Jerobaal y con su casa, y si le habéis pagado conforme a la obra de sus manos; 17 (Pues que mi padre peleó por vosotros, y echó lejos su vida por libraros de mano de Madián; 18 y vosotros os levantasteis hoy contra la casa de mi padre, y matasteis sus hijos, setenta varones, sobre una piedra; y habéis puesto por rey sobre los señores de Siquem a Abimelec, hijo de su criada, por cuanto es vuestro hermano); 19 si con verdad y con integridad habéis obrado hoy con Jerobaal y con su casa, que gocéis de Abimelec, y él goce de vosotros. 20 Y si no, fuego salga de Abimelec, que consuma a los señores de Siquem y a la casa de Milo; y fuego salga de los de Siquem y de la casa de Milo, que consuma a Abimelec. 21 Y huyó Jotam, y se fugó, y se fue a Beer, y allí se estuvo por causa de Abimelec su hermano. 22 Y después que Abimelec hubo dominado sobre Israel tres años, 23 envió Dios un espíritu malo entre Abimelec y los señores de Siquem; que los de Siquem se levantaron contra Abimelec; 24 para que el agravio de los setenta hijos de Jerobaal, y la sangre de ellos, viniera a ponerse sobre Abimelec su hermano que los mató, y sobre los señores de Siquem que corroboraron las manos de él para matar a sus hermanos. 25 Y los señores de Siquem le pusieron asechadores en las cumbres de los montes, los cuales salteaban a todos los que pasaban junto a ellos por el camino; de lo que fue dado aviso a Abimelec. 26 Y Gaal hijo de Ebed vino con sus hermanos, y se pasaron a Siquem; y los señores de Siquem se confiaron en él. 27 Y saliendo al campo, vendimiaron sus viñas, y pisaron la uva, e hicieron alegrías; y entrando en el templo de sus dioses, comieron y bebieron, y maldijeron a Abimelec. 28 Y Gaal hijo de Ebed dijo: ¿Quién Abimelec y qué es Siquem, para que nosotros sirvamos a él? ¿No es hijo de Jerobaal? ¿Y Zebul su asistente? Servid a los varones de Hamor padre de Siquem. ¿Por qué habíamos de servir a él? 29 Fuérame dado este pueblo bajo mi mano, echaría a Abimelec. Y decía a Abimelec: Aumenta tus escuadrones, y sal. 30 Y Zebul asistente de la ciudad, oyendo las palabras de Gaal hijo de Ebed, se encendió su ira; 31 y envió sagazmente mensajeros a Abimelec, diciendo: He aquí que Gaal hijo de Ebed y sus hermanos han venido a Siquem, y he aquí, que han cercado la ciudad contra ti. 32 Levántate pues ahora de noche, tú y el pueblo que contigo, y pon emboscada en el campo. 33 Y por la mañana al salir el sol te levantarás y acometerás la ciudad; y él y el pueblo que con él saldrán contra ti, y harás con él según que se te ofrecerá. 34 Levantándose, pues, de noche Abimelec y todo el pueblo que con él , pusieron emboscada contra Siquem con cuatro compañías. 35 Y Gaal hijo de Ebed salió, y se puso a la entrada de la puerta de la ciudad; y Abimelec y todo el pueblo que con él , se levantaron de la emboscada. 36 Y viendo Gaal el pueblo, dijo a Zebul: He allí pueblo que desciende de las cumbres de los montes. Y Zebul le respondió: La sombra de los montes te parece hombres. 37 Mas Gaal volvió a hablar, y dijo: He allí pueblo que desciende por medio de la tierra, y un escuadrón viene camino de la campiña de Meonenim. 38 Y Zebul le respondió: ¿Dónde ahora aquel dicho que decías: Quién Abimelec para que le sirvamos? ¿No es éste el pueblo que tenías en poco? Sal pues ahora, y pelea con él. 39 Y Gaal salió delante de los señores de Siquem, y peleó contra Abimelec. 40 Mas lo persiguió Abimelec, delante del cual él huyó; y cayeron heridos muchos hasta la entrada de la puerta. 41 Y Abimelec se quedó en Aruma; y Zebul echó a Gaal y a sus hermanos, que no morasen en Siquem. 42 Y aconteció al siguiente día, que el pueblo salió al campo; y fue dado aviso a Abimelec. 43 El cual, tomando gente, la repartió en tres compañías, y puso emboscadas en el campo; y cuando miró, he aquí el pueblo que salía de la ciudad; y se levantó contra ellos, y los hirió. 44 Pues Abimelec y el escuadrón que con él, acometieron con ímpetu, y pararon a la entrada de la puerta de la ciudad; y las dos compañías acometieron a todos los que estaban en el campo, y los hirieron. 45 Y después de combatir Abimelec la ciudad todo aquel día, la tomó, y mató el pueblo que en ella , y asoló la ciudad, y la sembró de sal. 46 Cuando oyeron esto todos los que estaban en la torre de Siquem, entraron en la fortaleza del templo del dios Berit. 47 Y fue dicho a Abimelec como todos los de la torre de Siquem estaban reunidos. 48 subió Abimelec al monte de Salmón, él y toda la gente que con él ; y tomó Abimelec un hacha en su mano, y cortó rama de los árboles, y levantándola se la puso sobre sus hombros, diciendo al pueblo que con él: Lo que me veis a mí que hago, haced vosotros prestamente como yo. 49 Y todo el pueblo cortó también cada uno su rama, y siguieron a Abimelec, y las pusieron junto a la fortaleza, y prendieron fuego con ellas a la fortaleza; de manera que todos los de la torre de Siquem murieron, como mil hombres y mujeres. 50 Después Abimelec se fue a Tebes; y puso cerco a Tebes, y la tomó. 51 En medio de aquella ciudad había una torre fuerte, a la cual se retiraron todos los hombres y mujeres, y todos los señores de la ciudad; y cerrando tras sí , se subieron al techo de la torre. 52 Y vino Abimelec a la torre, y combatiéndola, llegó a la puerta de la torre para pegarle fuego. 53 Mas una mujer dejó caer un pedazo de una rueda de molino sobre la cabeza de Abimelec, y le quebró los cascos. 54 Y luego él llamó a su escudero, y le dijo: Saca tu espada y mátame, para que no se diga de mí: Una mujer lo mató. Y su escudero le atravesó, y murió. 55 Y cuando los israelitas vieron muerto a Abimelec, se fueron cada uno a su casa. 56 Así devolvió Dios a Abimelec el mal que hizo contra su padre matando a sus setenta hermanos. 57 Y aun todo el mal de los señores de Siquem tornó Dios sobre sus cabezas; y la maldición de Jotam, hijo de Jerobaal, vino sobre ellos.
Capítulo 10
1 Y después de Abimelec se levantó para librar a Israel, Tola hijo de Fúa, hijo de Dodo, varón de Isacar, el cual habitaba en Samir, en el monte de Efraín. 2 Y juzgó a Israel veintitrés años, y murió, y fue sepultado en Samir. 3 Tras él se levantó Jair, galaadita, el cual juzgó a Israel veintidós años. 4 Este tuvo treinta hijos que cabalgaban sobre treinta asnos, y tenían treinta villas, que se llamaron las villas de Jair hasta hoy, las cuales en la tierra de Galaad. 5 Y murió Jair, y fue sepultado en Camón. 6 Mas los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo en los ojos del SEÑOR, y sirvieron a los baales y a Astarot, y a los dioses de Siria, y a los dioses de Sidón, y a los dioses de Moab, y a los dioses de los hijos de Amón, y a los dioses de los filisteos; y dejaron al SEÑOR, y no le sirvieron. 7 Y el SEÑOR se airó contra Israel, y los vendió en mano de los filisteos, y en mano de los hijos de Amón; 8 los cuales molieron y quebrantaron a los hijos de Israel en aquel tiempo por dieciocho años, a todos los hijos de Israel que al otro lado del Jordán en la tierra del amorreo, que en Galaad. 9 Y los hijos de Amón pasaron el Jordán para hacer también guerra contra Judá, y Benjamín, y la casa de Efraín; y fue Israel en gran manera afligido. 10 Y los hijos de Israel clamaron al SEÑOR, diciendo: hemos pecado contra ti; porque hemos dejado a nuestro Dios, y servido a los baales. 11 Y el SEÑOR respondió a los hijos de Israel: ¿No habéis sido oprimidos de Egipto, de los amorreos, de los amonitas, de los filisteos, 12 de los de Sidón, de Amalec, y de Maón, y clamando a mí os he librado de sus manos? 13 Mas vosotros me habéis dejado, y habéis servido a dioses ajenos; por tanto, no os libraré más. 14 Andad, y clamad a los dioses que os habéis elegido, que os libren en el tiempo de vuestra aflicción. 15 Y los hijos de Israel respondieron al SEÑOR: Hemos pecado; haz tú con nosotros como bien te pareciere; solamente que ahora nos libres en este día. 16 Y quitaron de entre sí los dioses ajenos, y sirvieron al SEÑOR; y su alma fue angustiada a causa del trabajo de Israel. 17 Y juntándose los hijos de Amón, asentaron campamento en Galaad; se juntaron asimismo los hijos de Israel, y asentaron su campamento en Mizpa. 18 Y los príncipes el pueblo de Galaad dijeron el uno al otro: ¿Quién será el que comenzará la batalla contra los hijos de Amón? El será cabeza sobre todos los que habitan en Galaad.
Capítulo 11
1 Existía entonces Jefté, galaadita, hombre valiente, hijo de una ramera, a la cual Galaad había engendrado . 2 Y la mujer de Galaad le había dado a luz hijos; los cuales cuando fueron grandes, echaron a Jefté, diciéndole: No heredarás en la casa de nuestro padre, porque eres bastardo. 3 Huyendo, pues, Jefté a causa de sus hermanos, habitó en tierra de Tob; y se juntaron con él hombres vacíos, los cuales salían con él. 4 Y aconteció que después de días los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel. 5 Y como los hijos de Amón tenían guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron para traer a Jefté de tierra de Tob; 6 y dijeron a Jefté: Ven, y serás nuestro capitán, para que peleemos con los hijos de Amón. 7 Y Jefté respondió a los ancianos de Galaad: ¿No me habéis vosotros aborrecido, y me echasteis de la casa de mi padre? ¿Por qué, pues, venís ahora a mí cuando estáis en aflicción? 8 Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Por esta misma causa tornamos ahora a ti, para que vengas con nosotros, y pelees contra los hijos de Amón, y nos seas cabeza a todos los que moramos en Galaad. 9 Jefté entonces dijo a los ancianos de Galaad: Si me hacéis volver para que pelee contra los hijos de Amón, y el SEÑOR los entregare delante de mí, ¿seré vuestra cabeza? 10 Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: el SEÑOR oiga entre nosotros, si no hiciéremos como tú dices. 11 Entonces Jefté vino con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo eligió por su cabeza y príncipe; y Jefté habló todas sus palabras delante del SEÑOR en Mizpa. 12 Y envió Jefté embajadores al rey de los amonitas, diciendo: ¿Qué tienes tú conmigo que has venido a mí para hacer guerra en mi tierra? 13 Y el rey de los amonitas respondió a los embajadores de Jefté: Por cuanto Israel tomó mi tierra, cuando subió de Egipto, desde Arnón hasta Jaboc y el Jordán; por tanto, devuélvela ahora en paz. 14 Y Jefté volvió a enviar otros embajadores al rey de los amonitas, 15 diciéndole: Jefté ha dicho así: Israel no tomó tierra de Moab, ni tierra de los hijos de Amón; 16 mas subiendo Israel de Egipto, anduvo por el desierto hasta el mar Bermejo, y llegó a Cades. 17 Entonces Israel envió embajadores al rey de Edom, diciendo: Yo te ruego que me dejes pasar por tu tierra. Mas el rey de Edom no los escuchó. Envió también al rey de Moab; el cual tampoco quiso; quedó Israel en Cades. 18 , yendo por el desierto, rodeó la tierra de Edom y la tierra de Moab, y viniendo por donde nace el sol a la tierra de Moab, asentó su campamento al otro lado de Arnón, y no entraron por el término de Moab; porque Arnón término es de Moab. 19 Y envió Israel embajadores a Sehón rey de los amorreos, rey de Hesbón, diciéndole: Te ruego que me dejes pasar por tu tierra hasta mi lugar. 20 Mas Sehón no se fió de Israel para darle paso por su término; antes juntando Sehón todo su pueblo, puso campamento en Jahaza, y peleó contra Israel. 21 Pero el SEÑOR Dios de Israel entregó a Sehón y a todo su pueblo en mano de Israel, y los venció; y poseyó Israel toda la tierra del amorreo que habitaba en aquella tierra. 22 Poseyeron también todo el término del amorreo desde Arnón hasta Jaboc, y desde el desierto hasta el Jordán. 23 Así que el SEÑOR el Dios de Israel echó los amorreos delante de su pueblo Israel; ¿y lo has de poseer tú? 24 Si Quemos tu dios te echase alguno, ¿no lo poseerías tú? Así, poseeremos nosotros a todo aquel que echó el SEÑOR nuestro Dios de delante de nosotros. 25 ¿Eres tú ahora en algo mejor que Balac hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Por ventura tuvo él cuestión contra Israel? ¿Por ventura hizo guerra contra ellos? 26 Además, Israel ha estado habitando por trescientos años a Hesbón y sus aldeas, a Aroer y sus aldeas, y todas las ciudades que están a los términos de Arnón, ¿por qué no las habéis recobrado en ese tiempo? 27 Así que, yo nada he pecado contra ti, mas tú haces mal conmigo haciéndome guerra; el SEÑOR, que es el juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón. 28 Mas el rey de los hijos de Amón no oyó las razones de Jefté que le envió. 29 Y el Espíritu del SEÑOR fue sobre Jefté; y pasó por Galaad y Manasés, y de allí pasó a Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad pasó a los hijos de Amón. 30 Y Jefté hizo voto al SEÑOR, diciendo: Si entregares a los amonitas en mis manos, 31 cualquiera que me saliere a recibir de las puertas de mi casa, cuando volviere de los amonitas en paz, será del SEÑOR, y le ofreceré en holocausto. 32 Pasó Jefté a los hijos de Amón para pelear contra ellos; y el SEÑOR los entregó en su mano. 33 Y los hirió de grandísimo estrago desde Aroer hasta llegar a Minit, veinte ciudades; y hasta la vega de las viñas. fueron dominados los amonitas delante de los hijos de Israel. 34 Y volviendo Jefté a Mizpa a su casa, he aquí que su hija le salió a recibir con adufes y danzas, y era la sola, la única suya; fuera de ella otro hijo ni hija. 35 Y cuando él la vio, rompió sus vestidos diciendo: ¡Ay, hija mía! de verdad me has abatido, y tú eres de los que me afligen; porque he abierto mi boca al SEÑOR, y no podré retractarme. 36 Ella entonces le respondió: Padre mío, si has abierto tu boca al SEÑOR, haz de mí como salió de tu boca, pues que el SEÑOR te ha hecho venganza de tus enemigos los hijos de Amón. 37 Y volvió a decir a su padre: Concédeme esto: déjame por dos meses que vaya y descienda por los montes, y llore mi virginidad, yo y mis compañeras. 38 El entonces dijo: Ve. Y la dejó por dos meses. Y ella fue con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes. 39 Pasados los dos meses volvió a su padre, e hizo de ella a su voto que había hecho. Y ella nunca conoció varón. 40 De aquí fue la costumbre en Israel de año en año iban las doncellas de Israel a endechar a la hija de Jefté, galaadita, cuatro días en el año.
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