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Capítulo 16
1 Y dijo el SEÑOR a Samuel: ¿Hasta cuándo has tú de llorar a Saúl, habiéndolo yo desechado que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén; porque de sus hijos me he provisto de rey. 2 Y dijo Samuel: ¿Cómo iré? Si Saúl lo entendiere, me matará. El SEÑOR respondió: Toma contigo una becerra, y di: A sacrificar al SEÑOR he venido. 3 Y llama a Isaí al sacrificio, y yo te enseñaré lo que has de hacer; y me ungirás al que te dijere. 4 Y Samuel hizo como le dijo el SEÑOR; y cuando él llegó a Belén, los ancianos de la ciudad le salieron a recibir con miedo, y dijeron: ¿Es pacífica tu venida? 5 Y él respondió: Sí, vengo a sacrificar al SEÑOR; santificaos, y venid conmigo al sacrificio. Y santificando él a Isaí y a sus hijos, los llamó al sacrificio. 6 Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: ¿Por ventura delante del SEÑOR su ungido? 7 Y el SEÑOR respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a la altura de su estatura, porque yo desecho; porque no lo que el hombre ve. Porque el hombre ve delante de sus ojos, mas el SEÑOR ve el corazón. 8 llamó Isaí a Abinadab, y le hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: Ni a éste ha elegido el SEÑOR. 9 Hizo pasar Isaí a Sama. Y él dijo: Tampoco a éste ha elegido el SEÑOR. 10 E hizo pasar Isaí sus siete hijos delante de Samuel; mas Samuel dijo a Isaí: el SEÑOR no ha elegido a éstos. 11 dijo Samuel a Isaí: ¿Se han acabado los jóvenes? Y él respondió: Aún queda el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí. 12 Envió, pues, por él, y lo introdujo; el cual rojo, , de hermoso parecer y de bello aspecto. Entonces el SEÑOR dijo: Levántate y úngelo, que éste es. 13 Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió de entre sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu del SEÑOR tomó a David. Y levantándose Samuel, se volvió a Ramá. 14 Y el Espíritu del SEÑOR se apartó de Saúl, y le atormentaba el espíritu malo del SEÑOR. 15 Y los criados de Saúl le dijeron: He aquí ahora, que el espíritu malo de Dios te atormenta. 16 Diga, pues, nuestro señor a tus siervos delante de ti, busquen alguno que sepa tocar el arpa; para que cuando fuere sobre ti el espíritu malo de Dios, él taña con su mano, y tengas alivio. 17 Y Saúl respondió a sus criados: Buscadme, pues, ahora alguno que taña bien, y traédmelo. 18 Entonces uno de los criados respondió, diciendo: He aquí he visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar, y valiente y vigoroso, y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y el SEÑOR con él. 19 Y Saúl envió mensajeros a Isaí, diciendo: Envíame a David tu hijo, el que con las ovejas. 20 Y tomó Isaí un asno de pan, y un cántaro de vino y un cabrito, y lo envió a Saúl por mano de David su hijo. 21 Y viniendo David a Saúl, estuvo delante de él; y él lo amó mucho, y fue hecho su paje de armas. 22 Y Saúl envió a decir a Isaí: Yo te ruego que esté David conmigo; porque ha hallado gracia en mis ojos. 23 Y cuando el espíritu de Dios era sobre Saúl, David tomaba el arpa, y tañía con su mano; y Saúl tenía refrigerio, y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él.
Capítulo 17
1 Y los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, y se congregaron en Soco, que de Judá, y asentaron el campamento entre Soco y Azeca, en Efes-damim. 2 Y también Saúl y los varones de Israel se juntaron, y asentaron el campamento en el valle del Alcornoque ( ), y ordenaron la batalla contra los filisteos. 3 Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre otro monte al otro lado, y el valle entre ellos. 4 Salió un varón del campamento de los filisteos entre los dos , el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo. 5 Y traía un almete de acero en su cabeza, vestido con corazas de planchas; y era el peso de las corazas cinco mil siclos de bronce. 6 Y sobre sus piernas traía grebas de hierro, y un escudo de acero a sus hombros. 7 El asta de su lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e iba su escudero delante de él. 8 Y se paró, y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué salís a dar batalla? ¿No yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un varón que venga contra mí. 9 Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis. 10 Y añadió el filisteo: Hoy yo he deshonrado el campamento de Israel; dadme un varón que pelee conmigo. 11 Y oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se conturbaron, y tuvieron gran miedo. 12 Y David hijo de un varón efrateo de Belén de Judá, cuyo nombre era Isaí, el cual tenía ocho hijos; y era este hombre en el tiempo de Saúl, viejo, y de gran edad entre los hombres. 13 Y los tres hijos mayores de Isaí habían ido a seguir a Saúl en la guerra. Y los nombres de sus tres hijos que habían ido a la guerra, eran: Eliab el primogénito, el segundo Abinadab, y el tercero Sama. 14 Y David era el menor. Y habiendo ido los tres mayores tras Saúl, 15 David había ido y vuelto de con Saúl, para apacentar las ovejas de su padre en Belén. 16 Venía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde, y se presentó por cuarenta días. 17 Y dijo Isaí a David su hijo: Toma ahora para tus hermanos un efa de esta cebada tostada, y estos diez panes, y llévalo presto al campamento a tus hermanos. 18 estos diez quesos de leche al capitán de los mil, y cuida de ver si tus hermanos están buenos, y toma prendas de ellos. 19 Y Saúl y ellos y todos los de Israel, estaban en el valle del Alcornoque, peleando contra los filisteos. 20 Se levantó, pues, David de mañana, y dejando las ovejas al guarda, se fue con su carga, como Isaí le había mandado; y llegó al atrincheramiento del ejército, el cual había salido en ordenanza, y tocaban al arma en batalla. 21 Porque así los israelitas como los filisteos estaban en ordenanza, escuadrón contra escuadrón. 22 Y David dejó de sobre sí la carga en mano del que guardaba el bagaje, y corrió al escuadrón; y cuando llegó, preguntaba por sus hermanos, si estaban buenos. 23 Y estando él hablando con ellos, he aquí aquel varón que se ponía en medio de los dos , que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, que subía de los escuadrones de los filisteos, hablando las mismas palabras; las cuales oyó David. 24 Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre, huían delante de él, y tenían gran temor. 25 Y cada uno de los de Israel decía: ¿No habéis visto a aquel varón que sube? El sube para deshonrar a Israel. Al que le venciere, el rey le enriquecerá con grandes riquezas, y le dará su hija, y hará franca la casa de su padre en Israel. 26 Entonces habló David a los que junto a él estaban, diciendo: ¿Qué harán a aquel varón que venciere a este filisteo, y quitare la deshonra de Israel? Porque ¿quién este filisteo incircunciso, para que deshonre los escuadrones del Dios viviente? 27 Y el pueblo le respondió las mismas palabras, diciendo: Así se hará al tal varón que lo venciere. 28 Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos varones, Eliab se encendió en ira contra David, y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿Y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido. 29 Y David respondió: ¿Qué he hecho yo ahora? Estas, ¿no son palabras? 30 Y apartándose de él hacia otros, habló lo mismo; y le respondieron los del pueblo como primero. 31 Y fueron oídas las palabras que David había dicho, las cuales fueron repetidas delante de Saúl, y él lo hizo venir. 32 Y dijo David a Saúl: No desmaye ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará con este filisteo. 33 Y dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú niño, y él hombre de guerra desde su juventud. 34 Y David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor en las ovejas de su padre, y venía un león, o un oso, y tomaba cordero de la manada, 35 y salía tras él, y lo hería, y le libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, le echaba mano de la quijada, y lo hería y mataba. 36 Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; pues este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha deshonrado al ejército del Dios viviente. 37 Y añadió David: el SEÑOR que me ha librado de garras del león y de garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y el SEÑOR sea contigo. 38 Y Saúl vistió a David de sus ropas, y puso sobre su cabeza un almete de acero, y le armó de coraza. 39 Y ciñó David la espada sobre los vestidos , y probó a andar, porque nunca había experimentado. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo experimenté. Y echando de sí David aquellas cosas, 40 tomó su cayado en su mano, y se tomó cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y con su honda en su mano se fue hacia el filisteo. 41 Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él. 42 Y cuando el filisteo miró y vio a David le tuvo en poco; porque era joven, y rojo ( ), y de hermoso parecer. 43 Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses. 44 Dijo el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo, y a las bestias de la tierra. 45 dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con cuchillo y lanza y escudo; mas yo vengo a ti en el nombre del SEÑOR de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, que tú has deshonrado. 46 El SEÑOR te entregará hoy en mi mano, y te venceré, y quitaré tu cabeza de ti; y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y sabrá toda la tierra que hay Dios en Israel. 47 Y sabrá toda esta congregación que el SEÑOR no salva con espada y lanza; porque del SEÑOR la guerra, y él os entregará en nuestras manos. 48 Y aconteció que, cuando el filisteo se levantó para ir y llegarse contra David, David se dio prisa, y corrió al combate contra el filisteo. 49 Y metiendo David su mano en el saco, tomó de allí una piedra, y se la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó hincada en su frente, y cayó en tierra sobre su rostro. 50 Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David cuchillo en su mano. 51 Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo, y tomando el cuchillo de él, sacándola de su vaina, lo mató, y le cortó con él la cabeza. Y cuando los filisteos vieron su gigante muerto, huyeron. 52 Y levantándose los de Israel y de Judá, dieron grita, y siguieron a los filisteos hasta llegar al valle, y hasta las puertas de Ecrón. Y cayeron heridos de los filisteos por el camino de Saaraim, hasta Gat y Ecrón. 53 Y volviendo los hijos de Israel de seguir los filisteos, despojaron su campamento. 54 Y David tomó la cabeza del filisteo, y la trajo a Jerusalén, mas puso sus armas en su tienda. 55 Mas cuando Saúl vio a David que salía a encontrarse con el filisteo, dijo a Abner general del ejército: Abner, ¿de quién es hijo aquel joven? Y Abner respondió: 56 Vive tu alma, oh rey, que no lo sé. Y el rey dijo: Pregunta pues de quién es hijo aquel joven. 57 Y cuando David volvía de matar al filisteo, Abner lo tomó, y lo llevó delante de Saúl, teniendo la cabeza del filisteo en su mano. 58 Y le dijo Saúl: Joven, ¿de quién eres hijo? Y David respondió: Yo soy hijo de tu siervo Isaí de Belén.
Capítulo 18
1 Y así que él hubo acabado de hablar con Saúl, el alma de Jonatán fue ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a su alma. 2 Y Saúl le tomó aquel día, y no le dejó volver a casa de su padre. 3 E hicieron alianza Jonatán y David, porque él le amaba como a su alma. 4 Y Jonatán se desnudó la ropa que tenía sobre sí, y la dio a David, y ropas suyas, hasta su espada, y su arco, y su talabarte. 5 Y salía David a dondequiera que Saúl le enviaba, y se portaba prudentemente. Y Saúl lo hizo capitán de gente de guerra, y era acepto en los ojos de todo el pueblo, y en los ojos de los criados de Saúl. 6 Y aconteció que cuando volvían ellos, cuando David volvió de matar al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel cantando, y con danzas, con adufes, y con alegrías y panderos, a recibir al rey Saúl. 7 Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió sus miles, y David sus diez miles. 8 Y se enojó Saúl en gran manera, y desagradó esta palabra en sus ojos, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le más que el reino. 9 Y desde aquel día Saúl miró de través a David. 10 Otro día aconteció que el espíritu malo de Dios tomó a Saúl, y profetizaba dentro de su casa; y David tañía con su mano como los otros días, y estaba una lanza a mano de Saúl. 11 Y arrojó Saúl la lanza, diciendo: Enclavaré a David en la pared. Y dos veces se apartó de él David. 12 Mas Saúl se temía de David por cuanto el SEÑOR era con él, y se había apartado de Saúl. 13 Lo apartó, pues, Saúl de sí, y le hizo capitán de mil; y salía y entraba delante del pueblo. 14 Y David se conducía prudentemente en todo lo que hacía, y el SEÑOR era con él. 15 Y viendo Saúl que se portaba tan prudentemente, tenía temor de él. 16 Mas todo Israel y Judá amaba a David, porque él salía y entraba delante de ellos. 17 Y dijo Saúl a David: He aquí yo te daré a Merab mi hija mayor por mujer; solamente que me seas hombre valiente, y hagas las guerras del SEÑOR. Mas Saúl decía : No será mi mano contra él, mas la mano de los filisteos será contra él. 18 Y David respondió a Saúl: ¿Quién yo, o qué es mi vida, o la familia de mi padre en Israel, para ser yerno del rey? 19 Y venido el tiempo en que Merab, hija de Saúl, se había de dar a David, fue dada por mujer a Adriel meholatita. 20 Mas Mical la hija de Saúl amaba a David; y fue dicho a Saúl, lo cual agradó en sus ojos. 21 Y Saúl dijo : Yo se la daré, para que le sea por lazo, y para que la mano de los filisteos sea contra él. Dijo, pues, Saúl a David: Con la otra serás mi yerno hoy. 22 Y mandó Saúl a sus criados: Hablad en secreto a David, diciéndole: He aquí, el rey te ama, y todos sus criados te quieren bien; sé, pues, yerno del rey. 23 Y los criados de Saúl hablaron estas palabras a los oídos de David. Y David dijo: ¿Os parece a vosotros que es poco ser yerno del rey, siendo yo un hombre pobre y de ninguna estima? 24 Y los criados de Saúl le dieron la respuesta diciendo: Tales palabras ha dicho David. 25 Y Saúl dijo: Decid así a David: No está el contentamiento del rey en la dote, sino en cien prepucios de filisteos, para que sea tomada venganza de los enemigos del rey. Mas Saúl pensaba echar a David en manos de los filisteos. 26 Y cuando sus criados declararon a David estas palabras, agradó la cosa en los ojos de David, para ser yerno del rey. Y como el plazo no era aún cumplido, 27 se levantó David, y partió con sus varones, e hirió doscientos hombres de los filisteos; y trajo David los prepucios de ellos, y los entregaron todos al rey, para que él fuese hecho yerno del rey. Y Saúl le dio a su hija Mical por mujer. 28 Saúl, viendo y considerando que el SEÑOR era con David, y que su hija Mical lo amaba, 29 tuvo más temor de David; y fue Saúl enemigo de David todos los días. 30 Y salían los príncipes de los filisteos; y cuando ellos salían, se portaba David más prudentemente que todos los siervos de Saúl; y era su nombre muy ilustre.
Capítulo 19
1 Y habló Saúl a Jonatán su hijo, y a todos sus criados, para que matasen a David; mas Jonatán hijo de Saúl amaba a David en gran manera. 2 Y dio aviso a David, diciendo: Saúl mi padre procura matarte; por tanto, mira ahora por ti hasta la mañana, y estate en secreto, y escóndete. 3 Y yo saldré y estaré junto a mi padre en el campo donde estuvieres; y hablaré de ti a mi padre, y te haré saber lo que viere. 4 Y Jonatán habló bien de David a Saúl su padre, y le dijo: No peque el rey contra su siervo David, pues que ninguna cosa ha cometido contra ti; antes sus obras te muy buenas; 5 porque él puso su alma en su palma, e hirió al filisteo, y el SEÑOR hizo gran salud a todo Israel. Tú lo viste, y te alegraste; ¿por qué, pues, pecarás contra la sangre inocente, matando a David sin causa? 6 Y oyendo Saúl la voz de Jonatán, juró: Vive el SEÑOR, que no morirá. 7 Llamando Jonatán a David, le declaró todas estas palabras; y él mismo trajo a David a Saúl, y estuvo delante de él como tres días antes. 8 Y volvió a hacerse guerra; y salió David y peleó contra los filisteos, y los hirió con gran estrago, y huyeron delante de él. 9 Y el espíritu malo del SEÑOR fue sobre Saúl; y estando sentado en su casa tenía una lanza a mano, David estaba tañendo con su mano. 10 Y Saúl procuró enclavar a David con la lanza en la pared; mas él se apartó de delante de Saúl, el cual hirió con la lanza en la pared; y David huyó, y se escapó aquella noche. 11 Saúl envió mensajeros a casa de David para que lo guardasen, y lo matasen a la mañana. Mas Mical su mujer lo descubrió a David, diciendo: Si no salvares tu vida esta noche, mañana serás muerto. 12 Y Mical descolgó a David por una ventana; y él se fue, y huyó, y se escapó. 13 Tomó Mical una estatua, y la puso sobre la cama, y le acomodó por cabecera una almohada de pelos de cabra, y la cubrió con una ropa. 14 Y cuando Saúl envió mensajeros que tomasen a David, ella respondió: Está enfermo. 15 Y volvió Saúl a enviar mensajeros para que viesen a David, diciendo: Traédmelo en la cama para que lo mate. 16 Y cuando los mensajeros entraron, he aquí la estatua en la cama, y una almohada de pelos de cabra por cabecera. 17 Entonces Saúl dijo a Mical: ¿Por qué me has así engañado, y has dejado escapar a mi enemigo? Y Mical respondió a Saúl: Porque él me dijo: Déjame ir; si no, yo te mataré. 18 Huyó, pues, David, y se escapó, y vino a Samuel en Ramá, y le dijo todo lo que Saúl había hecho con él. Y se fueron él y Samuel, y moraron en Naiot. 19 Y fue dado aviso a Saúl, diciendo: He aquí que David en Naiot en Ramá. 20 Y envió Saúl mensajeros que trajesen a David, los cuales vieron una compañía de profetas que profetizaban, y a Samuel que estaba , y los presidía. Y vino el Espíritu de Dios sobre los mensajeros de Saúl, y ellos también profetizaron. 21 Y fue hecho saber a Saúl, y él envió otros mensajeros, los cuales también profetizaron. Y Saúl volvió a enviar por tercera vez mensajeros, y ellos también profetizaron. 22 Entonces él mismo vino a Ramá; y llegando al pozo grande que en Secú, preguntó diciendo: ¿Dónde Samuel y David? Y le fue respondido: He aquí en Naiot en Ramá. 23 Y fue allá a Naiot en Ramá; y también vino sobre él el Espíritu de Dios, e iba profetizando, hasta que llegó a Naiot en Ramá. 24 Y él también se desnudó sus vestidos, y profetizó también delante de Samuel, y cayó desnudo todo aquel día y toda aquella noche. De aquí se dijo: ¿También Saúl entre los profetas?
Capítulo 20
1 Y David huyó de Naiot en Ramá, y vino delante de Jonatán, y dijo: ¿Qué he hecho ? ¿Cuál mi maldad, o cuál mi pecado contra tu padre, que él busca mi vida? 2 Y él le dijo: En ninguna manera; no morirás. He aquí que mi padre ninguna cosa hará, grande ni pequeña, que no me la descubra; ¿por qué, pues, me encubrirá mi padre este negocio? No así. 3 Y David volvió a jurar, diciendo: Tu padre sabe claramente que he hallado gracia delante de tus ojos, y dirá : No sepa esto Jonatán, para que no tenga pesar; y ciertamente, vive el SEÑOR y vive tu alma, que apenas un paso entre mí y la muerte. 4 Y Jonatán dijo a David: ¿Qué dice tu alma, y haré por ti? 5 Y David respondió a Jonatán: He aquí que mañana será nueva luna, y yo acostumbro sentarme con el rey a comer; mas tú dejarás que me esconda en el campo hasta la tarde del tercer día. 6 Si tu padre hiciere mención de mí, dirás: Me rogó mucho que lo dejase ir presto a Belén su ciudad, porque todos los de su linaje tienen allá sacrificio aniversario. 7 Si él dijere: Bien está, paz tu siervo; mas si se enojare, sabe que la malicia es en él consumada. 8 Harás, pues, misericordia con tu siervo, ya que has traído tu siervo a alianza del SEÑOR contigo; y si maldad hay en mí mátame tú, que no hay necesidad de llevarme hasta tu padre. 9 Y Jonatán le dijo: Nunca tal te suceda; antes , si yo entendiera ser consumada la malicia de mi padre, para venir sobre ti, ¿no había de descubrírtelo? 10 Dijo David a Jonatán: ¿Quién me dará aviso? O, ¿ si tu padre te respondiere ásperamente? 11 Y Jonatán dijo a David: Ven, salgamos al campo. Y salieron ambos al campo. 12 Entonces dijo Jonatán a David: Oh SEÑOR Dios de Israel, cuando habré yo preguntado a mi padre mañana a esta hora, o después de mañana, y si bien de David, si entonces no enviare a ti, y te descubriere, 13 el SEÑOR haga así a Jonatán, y esto añada. Mas si a mi padre pareciere bien hacerte mal, también te lo descubriré, y te enviaré, y te irás en paz; y sea el SEÑOR contigo, como fue con mi padre. 14 Y si yo viviere, harás conmigo misericordia del SEÑOR; mas si fuere muerto, 15 no quitarás perpetuamente tu misericordia de mi casa. Cuando desarraigare el SEÑOR uno por uno los enemigos de David de la tierra, a Jonatán quite de su casa, ; y requiera el SEÑOR de la mano de los enemigos de David. 16 hizo Jonatán alianza con la casa de David. 17 Y volvió Jonatán a jurar a David, porque le amaba, porque le amaba como a su alma. 18 Le dijo Jonatán: Mañana es nueva luna, y tú serás echado de menos, porque tu asiento estará vacío. 19 Estarás, pues, tres días, y luego descenderás, y vendrás al lugar donde estabas escondido el día de trabajo, y esperarás junto a la piedra de Ezel; 20 y yo tiraré tres saetas hacia aquel lado, ejercitándome al blanco. 21 Y luego enviaré el criado, : Ve, busca las saetas. Y si dijere al criado: He allí las saetas más acá de ti, tómalas; tú vendrás, porque paz tienes, y nada hay , vive el SEÑOR. 22 Mas si yo dijere al criado así: He allí las saetas más allá de ti; vete, porque el SEÑOR te ha enviado. 23 Y cuanto a las palabras que yo y tú hemos hablado, sea el SEÑOR entre mí y ti para siempre. 24 David, pues, se escondió en el campo, y venida que fue la nueva luna, se sentó el rey a comer pan. 25 Y el rey se sentó en su silla, como solía, en el asiento a la pared, y Jonatán se levantó, y se sentó Abner al lado de Saúl, y el lugar de David estaba vacío. 26 aquel día Saúl no dijo nada, decía: Le habrá acontecido algo, no está limpio; no estará purificado. 27 El día siguiente, el segundo día de la nueva luna, aconteció que el asiento de David estaba vacío. Y Saúl dijo a Jonatán su hijo: ¿Por qué no ha venido a comer el hijo de Isaí hoy ni ayer? 28 Y Jonatán respondió a Saúl: David me pidió encarecidamente hasta Belén. 29 Y dijo: Te ruego que me dejes ir, porque tenemos sacrificio los de linaje en la ciudad, y mi hermano mismo me lo ha mandado; por tanto, si he hallado gracia en tus ojos, haré una escapada ahora, y visitaré a mis hermanos. Por esto, , no ha venido a la mesa del rey. 30 Entonces Saúl se enardeció contra Jonatán, y le dijo: Hijo de la perversa y rebelde, ¿no sé yo que tú has elegido al hijo de Isaí para confusión tuya, y para confusión de la vergüenza de tu madre? 31 Porque todo el tiempo que el hijo de Isaí viviere sobre la tierra, ni tú serás firme, ni tu reino. Envía pues ahora, y tráemelo, porque ha de morir. 32 Y Jonatán respondió a su padre Saúl, y le dijo: ¿Por qué morirá? ¿Qué ha hecho? 33 Entonces Saúl le arrojó una lanza para herirlo; de donde entendió Jonatán que su padre estaba determinado a matar a David. 34 Y se levantó Jonatán de la mesa con exaltada ira, y no comió pan el segundo día de la nueva luna; porque tenía dolor a causa de David; porque su padre le había afrentado. 35 otro día de mañana, salió Jonatán al campo, al tiempo aplazado con David, y un criado pequeño con él. 36 Y dijo a su criado: Corre y busca las saetas que yo tirare. Y cuando el criado iba corriendo, él tiraba la saeta que pasara más allá de él. 37 Y llegando el criado adonde estaba la saeta que Jonatán había tirado, Jonatán dio voces tras el muchacho, diciendo: ¿No está la saeta más allá de ti? 38 Y volvió a gritar Jonatán tras el muchacho: Date prisa, aligera, no te pares. Y el criado de Jonatán cogió las saetas, y se vino a su señor. 39 ninguna cosa entendió el criado; solamente Jonatán y David entendían el asunto. 40 dio Jonatán sus armas a su criado, y le dijo: Vete y llévalas a la ciudad. 41 Y que el muchacho se hubo ido, se levantó David de la parte del mediodía, y se inclinó tres veces postrándose hasta tierra; y besándose el uno al otro, lloraron el uno con el otro, aunque David lloró más. 42 Y Jonatán dijo a David: Vete en paz, que ambos hemos jurado por el nombre del SEÑOR, diciendo: El SEÑOR sea entre mí y ti, entre tu simiente y la mía, para siempre. Y él se levantó y se fue; y Jonatán se entró en la ciudad.
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